~Roma ~

jueves, mayo 15, 2008

~Peter's tale 2~

Rosa Rubicundior, Lilio Candidior.

Decididamente ahora si que no me importaba mojarle el suelo a ese viejo idiota. Entré en el ascensor y pulsé el botón que me llevaría a la planta baja. Unos segundos más tarde la puerta volvía a abrirse. Salí y me dirigí con paso decidido a la ventanilla en la que podía ver asomada la cabeza de Juan en la que las entradas hacía años que habían causado estragos.
En realidad mi casero no era una persona desagradable, al menos con el resto de vecinos, pero yo no parecía haberle caído muy en gracia al condenado.
-Perdone Juan, pero ya es la tercera vez este mes que la maldita ducha comienza a funcionar mal-
Al escucharme, el hombre dejó lo que quiera que tuviese entre manos y levantó la vista para encararme. No debió desagradarle mucho lo que vió, porque su rostro reflejaba esa estupida sonrisa inocente que tanto odiaba.
-Le pediría, si fuese tan amable, que arreglase las tuberías o lo que quiera Dios que sea que anda mal ahí arriba de una vez- Yo creía haberle hecho la petición de bastantes buenas formas, al menos todo lo buenas que podía hacerla en aquel momento, pero parece que a Juan no le bastaba, porque con toda la serenidad de la que un ser humano puede hacer gala espetó un -po te jodes- acompañado de un encogimiento de hombros.
Aquello fue demasiado.
-¡Atienda, viejo estúpido, como inquilino de este edificio exijo el mismo trato que al resto de vecinos! Ahora mismo va a solucionar el problema de mi ducha y en cuanto lo arregle va a subir y avisarme y de paso se llevará la bolsa de basura que lleva días frente a mi puerta, ¿o tengo que volver a repetirle que porque quiera una PSP no significa que quiera cualquier cosa negra? Por lo que a mi respecta, lo que haga después me trae sin cuidado. Yo solo exijo mis derechos mínimos.-
Tras mi inspirada intervención me dispuse a marchar a casa vencedor, pero nada más voltearme oí a Juan.
-A lo mejor te gustaría. Tal vez haga todo eso que me pide cuando pague los 3 meses de alquiler que debe-
Maldición, el ese viejo condenado tenía razón, pero lo único que alcancé a contstarle fue un: -alquiler tu culo- Volví a montar en el ascensor y esta vez pulse el botón del sexto.
Salí del ascensor maldiciendo al viejo y su maldito mono azul de mecánico.
-¡¡Cristinaaa!! ¿has visto las noticias?-
Los gritos venían de casa de mis vecinas.
-Sí tía, van a echar la peli de Sexo en Nueva York. ¡¡AHHH!!
Lo único que pude oir a continuación fueron una serie de gritos de alegría casi orgásmicos.
-Pijas chifladas-
Llevé la mano al pomo de la puerta cuando me percaté de que no había cogido las llaves.
-¡Maldición! Pero...-
Había algo extraño, la puerta estaba entreabierta. Eché el cuerpo con cuidado sobre la puerta y la abrí suavemente. Entonces la vi. Allí estaba ella, de pie, con sus manos apoyadas sobre la mesa.
-¿Bridget?-
-Vaya vaya, Peter, desde luego no esperaba que me recibieses así-
Debió notar como me sonrojaba, porque decidió rematarme de manera implacable.
-De todas formas con ropa parecías estar en mucha mejor forma-
¿Acaso todo iba a estar hoy en mi contra?
-¿Qué me estás llamando feo? Oig, que niña más antipática ¿a que te echo de mi casa?-
No sé cómo, pero lo volvió a hacer. Bridget rió de esa manera tan inocente que me obligaba olvidar cualquier ofensa que hubiese cometido, por grande que fuese.
-Peter, sabes que solo era una broma. Anda, ve a darte una ducha y ahora hablaremos- Aquella situación parecía resultarle lo más natural del mundo.
-¿Qué haces aquí y cómo has entrado?- Pregunté -Vete de aquí ahora mismo, hoy no es un buen día, tengo dolor de cabeza, problemas con el casero, la ducha no funciona, el fregadero está lleno y la lavadora no me centrifuga, así que la ropa me sale chorreando y huele a humedad-
-Tú ve a ducharte y mientras te contaré. Tenemos muchos temas que tratar- Me contestó mientras media sonrisa se dibujaba en su cara. Como odiaba aquello, no podía negarle nada a esa sonrisa; pero no cedería sin antes luchar.
-¿Me friegas los platos?- la verdad es que lo necesitaba, el fregadero llevaba 2 semanas hasta los topes y no me quedaba ningún cacharro ni cubierto limpio.
-De acuerdo- contestó -pero me tienes que dar de comer-
-Trato hecho, cuando salga de la ducha, iremos de tapas ¿Qué tal el Riachuelo?-
Bridget asintió con sin perder la sonrisa.
-Tan solo ten cuidado con la mesa. Antonio debe estar debajo de la mesa y tiene la fea costumbre de morder a los invitados-
La joven se apartó sobresaltada de la mesa mirando hacia el suelo.
Esta vez el que se marchó con una sonrisa fui yo.

Era suficiente para mi, esa pequeña charla anunciaba que en mi lado del mundo acababa de salir el sol. El día pintaba ciertamente bien, y con esas perspectivas entré en el cuarto de baño y cerré la puerta.

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